Siempre que me marcho de viaje intento llevarme alguna lectura relacionada con el lugar que visito, por ejemplo, en Praga a Kafka, en Barcelona a Mendoza, en París a Apollinaire. Cuando en el verano del año 2000 fui a Londres para acabar con el milenio, me llevé Amsterdam de Ian McEwan. Hasta aquel momento no había leído nada de él, solo lo conocía por referencias hacia este y otros escritores británicos contemporáneos, Martin Amis o Julian Barnes entre otros, en la revista Qué leer, como "la nueva revelación de las letras británicas" que habían llegado para renovar los aires de la agotada literatura inglesa. Lo escogí al azar y acerté. Amsterdam me hizo recorrer Londres de forma paralela y me ayudó a descubrir a McEwan. Cuando leí Expiación , confirmé lo que ya esperaba, que McEwan me había abierto nuevamente las puertas a la mejor literatura inglesa. Otra novela, Sábado me cautivó también y aunque Chesil Beach fue decepcionante, Solar, la última novela que acabo d
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