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Mostrando entradas de abril, 2013

La Lechera

Hay cosas que no tienen importancia hasta que de pronto la tienen. Como, por ejemplo, el hecho de que el otro día en clase mis alumnos me preguntaran por qué no estaba en el diccionario el término "tuit" y yo les hablara de modas efímeras como el cederrón que casi nadie usa y que aparece en el diccionario o ese "chatear" que se recoge ya en el de la Real Academia Española (RAE), en su versión de internet , como avance de la vigésima tercera edición. Seguramente, cuando aparezca publicado el nuevo diccionario en papel, esta palabra haya perdido su vigencia o su sentido o puede que nadie chatee sino que "guasee"o lo que sea. Sin embargo, nadie del grupo entendió que un personaje de una obra de teatro, mientras elucubraba sobre las optimistas posibilidades de su futuro incierto, rompiera una lechera. Algunos, tras miles de pistas e insinuaciones mías, recordaron un cuento que les costó reconstruir y muy pocos se acordaron que años atrás leyeron, conmigo como

Las protestas

El ser humano está siempre protestando y, normalmente, con razón. Si no lo haces, te dejas avasallar y humillar, pero si abusas de la misma acción, el efecto deseado se diluye en el día a día. Estamos viviendo una época de protestas, de "escraches" –qué poco me gusta la palabrita–, de manifestaciones y acciones que persiguen movilizar al ciudadano y presionar a los poderes políticos o económicos para que reaccionen, en fin, para demostrarles que no tienen carta blanca ni legítima ni ilegítima para mangonearnos y despreciar a los que aparentemente parecemos más débiles. Sin embargo, hay que ponerlo todo en duda, hasta esto. Recordemos la primavera árabe, la esperanza que trasmitía y el seguimiento machacón que le hicieron los medios de comunicación. Recuerdo que todas las cadenas de televisión o radio realizaron programas especiales en al plaza Tahrir en El Cairo, parecía que estaba todo resuelto con unirnos a las protestas. Y ahora estamos nuevamente en primavera, mientras