Mi primera experiencia como comprador de libros se remonta a los años setenta. Era una compra sin dinero. Mi padre me ofrecía la Feria del Libro en el Parque de Málaga y yo solo tenía que escoger. Durante mis primeros años me dirigía siempre a la misma colección: "Mini-Infancia" de Bruguera. Unos pequeños tomos de cuentos que sumaban a los textos y los dibujos un truco para mí mágico en aquellos años: una animación de algún personaje que parecía moverse al pasar con rapidez las páginas y si se fijaba la atención en la parte superior derecha del libro. Eran más que cuentos. Desde esa época no he dejado de visitar la Feria del Libro, todos los años. En la última edición del presente mes de mayo se ha trasladado al Palmeral de las Sorpresas. Oficialmente, el balance es perfecto: nueva ubicación con futuro y un diez por ciento de incremento en las ventas, tal y como están las cosas. Otra visión puede ser más subjetiva: es la percepción del evento desde mi propia experiencia.
Un espacio para la literatura, la reflexión y la opinión personal