Ir al contenido principal

Por Francia (I)

Este verano hemos estado recorriendo algunas regiones francesas: Bretaña, Normandía, los Países del Loira y, por supuesto, París. La intención era simple: salir unos días de España, disfrutar de las vacaciones y volver a sentir cómo es importante relativizarlo todo.
Aeropuerto Charles de Gaulle
Cuando se sale del país, todo lo que nos rodea como inmediato se convierte en algo menor, minúsculo, como las ciudades desde el avión. Los problemas locales, autonómicos y nacionales, se transforman en hormigas paletas o eso me parece a mí.
Si lees la prensa del país que visitas o ves la televisión, compruebas que en todas partes hacen lo mismo. Es decir, parece que solo nos debe interesar lo cercano, lo local, lo de nuestro entorno. Lo mismo me ocurre con los libros.
En Amboise
Por eso es importante para mí leer novelas ambientadas y escritas en otros países o culturas. Sin embargo, me gusta mezclar todo lo que puedo. Si leo a algún autor español, como este verano a Garriga Vela, Sergio Barce o Antonio Soler, necesito entrecruzarlos con novelas ambientadas en, por ejemplo, Japón y Finlandia con Murakami o en el Perú de Vargas Llosa. Si no, me canso un poco más de lo debido de nuestra cultura nacional. Muchas veces sirven otros escritores que me saquen simplemente de Andalucía.
En Francia, he visitado las tumbas de Chateaubriand y de Leonardo da Vinci. He localizado dónde nacieron Julio Verne, Balzac, Corneille y Flaubert. Me gusta conocer por dónde han paseado los escritores que conozco y admiro. Me parece que así puedo comprenderlos mejor. Seguramente que solo es un pretexto para visitar ciertas ciudades o para repasar mis lecturas.
Tumba de Chateaubriand en Saint Malo (Wikipedia)
De camino he probado platos normandos, cervezas francesas y las cuentas de sus restaurantes. Y he comprobado también cuán minúscula es España frente a otros países en lamentar de verdad su índice de paro y su salario mínimo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Opiniones

Lo mejor que tiene publicar un libro es recibir luego del lector su opinión. Mi agradecimiento en este caso está basado en que alguien se moleste en leer mi novela y le merezca la pena perder tiempo de su valiosa vi da en darme su parecer. Tras la publicación de Uvas negras y las presentaciones consiguientes, ahora es el momento de repasar las opiniones de los lectores. La gran mayoría son muy positivas, lo cual me llena de satisfacción. Con todas las valoraciones, sean cuales sean, logro siempre algún beneficio para mi labor de escritor. Muchas veces recibo interpretaciones que van más allá de lo que yo creía o pretendía conseguir y esto me hace reinterpretar mi propia obra, me enriquece por tanto. Como he dicho, modestia a parte, en general, las críticas son excelentes. Por ejemplo, en la web de Agapea me he encontrado con el comentario de dos lectoras que elogian mi novela y la han valorado con la máxima puntuación. En muchos casos he tenido la posibilidad de hablar dire

Uvas negras (I)

Con la edición de mi cuarta novela, Uvas negras , quiero empezar con una serie de entradas basadas en los títulos de mis narraciones. Esta novela, en concreto, ha sido publicada por  Plumágica Editoria l (#soyplumagica), a la que agradezco con sinceridad su dedicación y confianza. Pocas veces he visto tanta profesionalidad y buen hacer en una empresa de este sector. Explicar los títulos de mis novelas siempre me provoca dudas y miedo. Dudas porque no es el título lo más importante de la novela, aunque es cierto que es una parte clave de la edición de cualquier obra, y miedo a revelar demasiado de su contenido. Yo soy de los que leo los prólogos o preámbulos después de terminar el libro. No me gusta que otras interpretaciones condicionen las mías. Uvas negras es la novela que más tiempo he tardado en dar por terminada de todas las escritas. Ha sufrido muchos avatares personales, familiares y creativos. Desde mi última publicación, El cráneo de la Araña , han pasado siete años carga

Despedida de un amigo

Lo que siento me impide expresar lo que siento. Lo inefable es así. Hay temas que debe uno tratar y, sin embargo, se teme tocar o son imposibles. Me duele hablar o escribir en estos casos porque pienso que cualquier cosa que diga es insuficiente, inexacta e incluso una falta de respeto. Pero necesito desahogar mis sentimientos y pienso que no es imprescindible nombrar, concretar; no puedo, tal vez. Hay amigos de distinto tipo. La amistad es difícil o fácil. Todo depende de quién es tu amigo, de su carácter, de la voluntad de serlo. Hay personas que son amigos sin tapujos, sin hipocresía, sin dobleces; en cambio, hay otros interesados o falsos. Hay viejos amigos e incluso para toda la vida. Hay amistades que necesitan el día a día, el contacto directo y otras que soportan la distancia y el tiempo. Tras meses o tras años se pueden retomar las conversaciones con un tono parecido y compartiendo las mismas complicidades y bromas. Los medios de comunicación actuales me han facilitado l