
Explicar los títulos de mis novelas siempre me provoca dudas y miedo. Dudas porque no es el título lo más importante de la novela, aunque es cierto que es una parte clave de la edición de cualquier obra, y miedo a revelar demasiado de su contenido.
Yo soy de los que leo los prólogos o preámbulos después de terminar el libro. No me gusta que otras interpretaciones condicionen las mías.
Uvas negras es la novela que más tiempo he tardado en dar por terminada de todas las escritas. Ha sufrido muchos avatares personales, familiares y creativos.
Desde mi última publicación, El cráneo de la Araña, han pasado siete años cargados de sucesos y problemas que han ralentizado mi escritura o, mejor dicho, la han complicado de manera especial.
Sin embargo, la elección del título me ayudó a cerrarla y acabarla. Cuando la novela estaba en mitad de su creación tomé la decisión de dejarla descansar porque no me gustaba el camino que iba cogiendo la narración. Dediqué mi tiempo y esfuerzo a otros proyectos, aunque constantemente me venía a la mente la novela abandonada. Un día descubrí que un poemilla que recitaba habitualmente mi padre me venía al pelo como título porque se relacionaba de una manera simbólica con el contenido de la novela y con lo que me estaba sucediendo. El texto es el siguiente:
Si quieres uvas negras,
sube a mi parra.
¡Ojalá te cayeras
y te mataras!
La transmisión de esta cancioncilla, en mi caso, había sido oral, como debe ser. Se trataría evidentemente de una seguidilla. La seguidilla puede llevar sueltos los versos impares (7- 5a 7- 5a) o no (7a 5b 7a 5b). En este caso riman todos los versos en asonante.
Cuando quise encontrarla escrita, la hallé en un libro publicado en 1986, CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO, poesía cordobesa de cante y baile de Enrique Alcalá Ortiz. La seguidilla aparece sin signos de exclamación en el tomo II y clasificada con el número 1060. Me ilusionó encontrarla. Era como descubrir que algo que me había llegado a través de la voz de mi padre existía realmente como un texto escrito, recogido en un libro.
El origen de las seguidillas es un laberinto que las relaciona con las primitivas jarchas mozárabes. Los primeros ejemplos conocidos son del siglo XV, uno portugués y otro castellano. Las seguidillas también son mencionadas en sus obras por importantes autores como Cervantes o Mateo Alemán. Parece ser que su popularidad máxima llegó en el siglo XVIII.
Todos los que me conocen saben que no es el folclore ni el cante lo que más me gusta ni interesa, pero en estos textos cortos y contundentes hay una condensación de pensamientos que me encanta. Como dice Enrique Alcalá Ortiz: "No hacen falta muchas palabras para decir las cosas".
Por eso, como veo que me estoy extendiendo demasiado, lo dejo por hoy. Continuaré hablando del tema en la próxima entrada.
Las gracias te las tenemos que dar a ti José por haber depositado tu confianza en nuestra editorial para la edición de tu excelente novela.
ResponderEliminarSaludos profesor, ha pasado mucho tiempo desde El cráneo de la Araña y ya tenia ganas de ver algo nuevo tuyo. Deseando leer tu nueva novela.
ResponderEliminarUn abrazo,
Javier Serrano