En 1733 Jonathan Swift escribió El arte de la mentira política donde se justifica la misma siempre que se practique de forma elegante y persuasiva y por el bien del ciudadano. Yo admito que soy de la opinión de que no es conveniente decir todo lo que uno piensa, decir toda la verdad, si se quiere sobrevivir en este mundo. Recordemos que ni siquiera la mentira es considerada un pecado capital por los cristianos. Santo Tomás afirmaba que la mentira maliciosa es pecado mortal pero que las mentiras "útiles" y humorísticas son pecados veniales. Hasta Platón habló de una mentira noble que preservaba la armonía social. De todas formas luego está la solución de la confesión que todo lo limpia.
Asistimos en esta época a una exaltación de la mentira, seguramente como siempre, pero ahora se ve más, como si fuéramos más sensibles a creer y desconfiar de todo. Podemos acceder a tanta información contradictoria que la incredulidad nos invade. Escuchamos cómo se nos convence de la ineficacia de subir los impuestos y acto seguido de lo inevitable de la subida del IRPF, se nos afirmó que no había crisis económica y que en Irak había armas de destrucción masiva. Nos encontramos con internautas indignados que tergiversan la información de manera engañosa para apoyar sus posturas críticas (el otro día leí una noticia muy ofendida con el sueldo de los diputados colocando un cero más al final de la cifra: no es lo mismo tres mil euros al mes que treinta mil) o cómo, en defensa de la libertad en internet, un señor se forra a costa de los demás y es detenido y defendido por los que han pagado sus coches de lujo. Todo se puede poner en solfa en un momento determinado y luchar por algo que puede ayudar a que esto, por el contrario, se afiance.
Los mayores mentirosos son los escritores y en ello está su magia, su éxito: ¿qué fue Pierre Menard para Borges, si no?
En líneas generales, creo en las mentiras piadosas y me resulta muy difícil poner la mano en el fuego por nadie, pero tampoco me gusta oponerme totalmente a algo. No existen exactamente los extremos, pienso, creo que todo es más gris, aunque sea el color más triste.
Asistimos en esta época a una exaltación de la mentira, seguramente como siempre, pero ahora se ve más, como si fuéramos más sensibles a creer y desconfiar de todo. Podemos acceder a tanta información contradictoria que la incredulidad nos invade. Escuchamos cómo se nos convence de la ineficacia de subir los impuestos y acto seguido de lo inevitable de la subida del IRPF, se nos afirmó que no había crisis económica y que en Irak había armas de destrucción masiva. Nos encontramos con internautas indignados que tergiversan la información de manera engañosa para apoyar sus posturas críticas (el otro día leí una noticia muy ofendida con el sueldo de los diputados colocando un cero más al final de la cifra: no es lo mismo tres mil euros al mes que treinta mil) o cómo, en defensa de la libertad en internet, un señor se forra a costa de los demás y es detenido y defendido por los que han pagado sus coches de lujo. Todo se puede poner en solfa en un momento determinado y luchar por algo que puede ayudar a que esto, por el contrario, se afiance.
Los mayores mentirosos son los escritores y en ello está su magia, su éxito: ¿qué fue Pierre Menard para Borges, si no?
En líneas generales, creo en las mentiras piadosas y me resulta muy difícil poner la mano en el fuego por nadie, pero tampoco me gusta oponerme totalmente a algo. No existen exactamente los extremos, pienso, creo que todo es más gris, aunque sea el color más triste.
La verdad, desafortunado empezar así un comentario sobre la mentira, es que esta entrada tuya me ha parecido especialmente oportuna. No me refiero solamente a que el hecho que la motiva sea actual, que lo es, sino que las reflexiones que la acompañan son tan inteligentes que invitan a asomarse a la maraña. Es lo que tiene la gente culta, que alumbra lo oscuro. Gracias.
ResponderEliminarPablo.
El mismo miedo me produce una mentira maliciosa que una verdad absoluta. Suelo desconfiar de las personas que presumen de decir las cosas claras y a la cara, alardeando de una sinceridad sin fisuras. Tan acertado como siempre.
ResponderEliminarLaly