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Problemas

No es lo mismo buscarse problemas que tener que solucionarlos. Es curioso que la Real Academia Española (RAE), en su diccionario, a la hora de definir el significado de esta palabra, nunca confíe en su resolución. En su primera acepción indica que es una "cuestión que se trata de aclarar" y en su segunda "proposición o dificultad de solución dudosa" y así las demás. Es decir, que en el fondo del significado de "problema" lo de menos es la solución sino el hecho de meternos en un lío.
Hay personas que no viven si no se inventan problemas o si no ven algo escondido tras cualquier cuestión, sea de la relevancia que sea. Si no tienen un problema, se lo buscan para andar entretenidos.
En verdad, pienso que a mí me gustan más las soluciones. Darle vueltas a algo a sabiendas que no tiene resolución posible es inútil y como mínimo paranoico.
La cuarta acepción de la Academia es "disgusto, preocupación". No hace falta dar muchos pasos para meternos involuntariamente en líos: crisis, quirófanos, desahucios, recortes, fiestas trágicas, etc. Buscarlos voluntariamente debería ser un delito.
Si acaso los problemas que nos encuentran, no que buscamos, debemos procurar solventarlos lo más simplemente posible. Los matemáticos piensan en los problemas como un reto, como una dificuldad que debe resolverse, en cambio, los humanistas se plantean cuestiones filosóficas muchas veces imposibles porque el mundo es una duda difícil. ¿Qué es mejor? Ese es el dilema.
Recuerdo que hace unos años, en mi trabajo, a un superior le planteaba algunos problemas laborales y él me preguntaba si tenían solución. Yo le comentaba que sí, cuando era así, y él me contestaba que le explicara la solución y no el problema.
La vida es corta y compleja, si estamos siempre enfadados o dándole vueltas a la cabeza para nada, se pasa como un suspiro molesto.

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