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Islas Canarias (I)

Cuando puedo ir de viaje busco lugares nuevos para aprovechar esa oportunidad y ver mundo, como se dice. Sin embargo, algunos veranos prefiero repetir paisajes o regiones. Las Canarias suelen ser las islas escogidas.
No serán Ítaca ni las Seychelles pero significan algo importante en mi forma de vivir las vacaciones.
En primer lugar, suelo buscar zonas donde puedo cruzarme con los paisanos. Hay algunas localidades canarias donde casi no se puede hablar en español, como en algunas playas de nuestra Costa del Sol. A mí me gusta, normalmente, el carácter insular canario tan lejano a otros más secos y fríos. No lo digo desde un punto de vista científico sino desde el callejeo y la vida cotidiana. No son mediterráneos ni arios y, es cierto, que me suelo cruzar con los canarios que viven del turismo. Sin embargo, busco playas o lugares frecuentados por los habitantes autóctonos; no sé, me sientan bien.
De las siete islas ya he visitado cinco. Me quedan La Palma y El Hierro. Espero tener la oportunidad de conocerlas algún día. Pero a la que ya he ido tres veces es a Tenerife, este año también.
Desde Tenerife hemos ido a La Gomera, dos islas por una. Lo mismo hicimos desde Lanzarote hace varios años, ya que pudimos visitar también Fuerteventura. De todas formas, cada vez que se vuelve a algún sitio se van incorporando nuevos rincones o localidades, además de no dejar de repetir los paseos preferidos y las vistas que no se pueden olvidar. "Todo pasa y todo queda...".
Este verano nos hemos subido en el teleférico hasta los 3.500 metros del Teide y hemos visitado la ciudad universitaria de San Cristóbal de La Laguna, Patrimonio de la Humanidad, pero volvimos a la playa Martiánez y a San Telmo y anduvimos por todo el pueblo.
Gracias a esto se cumplieron las expectativas, que no eran pocas.

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