La independencia no existe. Partamos de esta idea. Podemos desearla o luchar por ella pero no es posible alcanzarla en su totalidad. Se pueden lograr grados de libertad considerables o dejar reductos libres e independientes de cualquier situación o estado, pero no todo. ¿Por qué? Porque no existe ni persona ni país ni nación que no tenga que compartir, asumir responsabilidades o verse obligado a ceder parte de su autogestión.
La independencia, o mejor dicho, el deseo de independencia es legítimo y comprensible. Es lógico querer hacer o decidir por uno mismo sin imposiciones, sin obligaciones, sólo acogiéndote a tus deseos u opiniones.
Sin embargo, cada vez hay más personas dependientes. Con los años se percibe que el ser humano tras un periodo de mayor o menor grado de libertad individual vuelve a sus raíces, en las que necesitábamos de la protección de nuestros padres para poder andar, alimentarnos e incluso miccionar. Más adelante necesitamos también ayuda para ir al médico, para caminar por la calle, para levantarnos del sofá, para nuestra higiene personal, en fin, para todo. El grado de dependencia condicionará nuestra calidad de vida cuando esta se acerque al final. Lo intermedio fue solo un espejismo.
Con los estados y naciones ocurre lo mismo. Desearíamos todos que nuestra patria fuera independiente y que se nos dejara ser dueños de lo que nos preocupe o interese directamente. Deberíamos tener incluso derecho a decidir si queremos ser independientes, desvincularnos de todo lo que nos atrofia, nos reduce, nos impide progresar, claro. Pero habría que contarlo todo. Si queremos esa independencia, deberíamos poder disponer de la verdad, de asumir que siempre habrá que sacrificar algo, de saber qué grado de dependencia habría que permitir después desde otros poderes. No existe, por tanto, un día dependiente al que sigue otro absolutamente libre. No existe tanta facilidad. No existen las utopías.
Luego están los disfraces, las metáforas malintencionadas con las que se confunde a la gente con banderas y soflamas engañosas. No nos equivoquemos: en realidad, todo es ficción.
En términos generales estoy de acuerdo. Pero lo que n acepto es que amparándose en esa dependencia mínima tengamos o nos quieran manipular.
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