Para saber lo que alguien verdaderamente piensa, a veces no nos queda más remedio que recurrir a lo que se le escapa, como a Rajoy, que, perseguido por los micrófonos y sin ganas de hablar, no puede evitar ciertos comentarios que casi parecen psicofonías: "¡Vivo en el lío!" dicen que dijo. No vamos a analizar el contenido del mensaje, que en realidad tan solo es una evidencia, sino la virtud de callar.
Personalmente, creo que es mejor el silencio que decir estupideces, por otro lado, ya confesé en otra entrada que no me gustan los gritos. Hay que admitir que el lenguaje verbal es lo que realmente nos distingue de los animales, pero es conveniente medir las palabras y no desperdiciar los beneficios de esta capacidad.
Hay en México, en la unión entre Chihuahua, Durango y Coahuila una zona llamada del Silencio, en la que, al parecer, las ondas de radio no pueden transmitirse de manera normal debido a la presencia de campos magnéticos. Muchas veces desearíamos que existiera una zona en nuestro mundo para el silencio, un silencio voluntario y relajante que evitara la palabrería inútil.
No quiero decir con esto que soporte el silencio absoluto y que no pueda ver a todo aquel que hable mucho, no es eso. Me encantan las personas que tienen algo que decir, pero no tolero a los charlatanes, embaucadores o a la gente retorcida y cotilla. Hay personas a quienes les dices, por ejemplo: "He ido a dar un paseo" y creen que detrás de estas palabras se esconde un problema, una maldad o lo que les parece y tras esto se lo cuentan a todo el mundo buscándole los tres pies al gato. Tal vez crean que estás deprimido y solo o que quieres huir del mundo y han decidido ayudarte a su manera. Yo quería tan solo dar un paseo para hacer algo de ejercicio y sentir el aire en la cara, simplemente.
Esta semana ha estado cargada de frases que era mejor haberlas dejado donde estaban. Mario Monti dijo que creía monótono el trabajo fijo para los jóvenes, siendo él senador vitalicio, y Emilo Botín afirmó que aquí quienes lo han hecho mal han sido los políticos, como si los bancos no tuvieran nada que ver. Otras personas han pronunciado con la voz quebrada un discurso para olvidar.
Muchas veces he callado cuando debería haber dicho algo, es cierto, pero mis mayores errores se han producido al hablar más de la cuenta o al precipitarme. Quizás la solución esté en el término medio.
Personalmente, creo que es mejor el silencio que decir estupideces, por otro lado, ya confesé en otra entrada que no me gustan los gritos. Hay que admitir que el lenguaje verbal es lo que realmente nos distingue de los animales, pero es conveniente medir las palabras y no desperdiciar los beneficios de esta capacidad.
Hay en México, en la unión entre Chihuahua, Durango y Coahuila una zona llamada del Silencio, en la que, al parecer, las ondas de radio no pueden transmitirse de manera normal debido a la presencia de campos magnéticos. Muchas veces desearíamos que existiera una zona en nuestro mundo para el silencio, un silencio voluntario y relajante que evitara la palabrería inútil.
No quiero decir con esto que soporte el silencio absoluto y que no pueda ver a todo aquel que hable mucho, no es eso. Me encantan las personas que tienen algo que decir, pero no tolero a los charlatanes, embaucadores o a la gente retorcida y cotilla. Hay personas a quienes les dices, por ejemplo: "He ido a dar un paseo" y creen que detrás de estas palabras se esconde un problema, una maldad o lo que les parece y tras esto se lo cuentan a todo el mundo buscándole los tres pies al gato. Tal vez crean que estás deprimido y solo o que quieres huir del mundo y han decidido ayudarte a su manera. Yo quería tan solo dar un paseo para hacer algo de ejercicio y sentir el aire en la cara, simplemente.
Esta semana ha estado cargada de frases que era mejor haberlas dejado donde estaban. Mario Monti dijo que creía monótono el trabajo fijo para los jóvenes, siendo él senador vitalicio, y Emilo Botín afirmó que aquí quienes lo han hecho mal han sido los políticos, como si los bancos no tuvieran nada que ver. Otras personas han pronunciado con la voz quebrada un discurso para olvidar.
Muchas veces he callado cuando debería haber dicho algo, es cierto, pero mis mayores errores se han producido al hablar más de la cuenta o al precipitarme. Quizás la solución esté en el término medio.
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