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Errores y mentiras
Ya escribí un apunte sobre la mentira, pero hace unos días me encontré con un nuevo comentario en una de mis entradas antiguas, una sobre Pink Floyd, y he tenido que volver con el tema.
Se trataba de un error mío, por supuesto. Estaba tan pendiente de lo que quería contar sobre Syd Barrett, que confundí una canción concreta con otra: en lugar de "Bike" escribí "If". Las dos son de finales de los sesenta pero de distinto disco y autor. El error ha estado en mi blog, en la red y en mi ignorancia durante más de año y medio. Nadie se había dado cuenta, ni yo mismo. Seguro que hay más errores en mis entradas, ¡qué le vamos a hacer! En el fondo me parece un error sin importancia que, en realidad, no afecta mucho a lo que en aquel momento quería contar. Mi comentarista "anónimo" lo califica de craso. El general romano Marco Licinio Craso cometió un error militar buscando la gloria: confió en un espía que lo engañó, por eso perdieron la vida veinte mil hombres, su hijo Publio y él mismo. Bueno, esta es otra historia. Lo que nos interesa es que esta mezcla de error y engaño nos dejó el adjetivo "craso" y este sella como error imperdonable el comentario a mi entrada sobre Pink Floyd. En El cráneo de la Araña introduje un error voluntario, una trampa que ahora desvelo. Nadie la ha detectado o no se han atrevido a corregírmela. Todos sabemos que, aunque leas algo que hemos escrito mil veces, al final siempre hay una errata, una contradicción, una falta de ortografía huidiza e indigna que se nos escapa. Recordemos el robo del rucio de Sancho Panza que Cervantes olvida. Voy al grano, que ando bastante disperso estos días. Sin embargo, en la literatura la mentira corre al lado de la esencia misma de la ficción narrativa. En mi novela hago que Begoña, personaje femenino importante en la trama, interprete en su pianoforte la Barcarola de "Mozart" cuando, en realidad, me refiero a la del polaco Chopin, que es la conocida. Ya sé que es una tontería sin importancia, pero ahí queda. Colé la mentira como una broma estúpida y aquí no ha pasado nada.
¿Qué es mentira? ¿Qué es verdad? ¿Qué importancia tienen los errores? Todas las respuestas son relativas.
Hace unas semanas leí una entrevista a Julio Llamazares. En esta hablaba sobre su última novela: Las lágrimas de San Lorenzo, que parece interesante. Entre otras cosas me gustaron varias afirmaciones, como la de que la novela no va a morir jamás y, sobre todo, una definición de lo que es la literatura, según Llamazares, sacada de una conversación de dos borrachos en un bar de Fonsagrada, en Lugo: "Si te dijera la verdad, te mentiría".
Como en el "Eclipse" del Dark side of the moon de Pink Floyd: "...and everything under the sun is in tune / but the sun is eclipsed by the moon". Espero no equivocarme.
Según el diccionario etimológico de J. Corominas, picota es una palabra documentada ya hacia 1400, derivada probablemente de pico y esta a su vez de picar "en el sentido de punta, porque las cabezas de los ajusticiados se clavaban en la punta de la picota" siempre con ánimo evidente de escarmiento. La expresión poner en la picota tiene realmente un significado menos violento pero contundente, se trataría de denunciar públicamente los errores o faltas de alguien. Esta facultad del ser humano tiene en nuestra sociedad un reconocimiento sin igual. Por ejemplo, cualquier político o sindicalista se pone inmediatamente en la picota por el solo hecho de manifestarse como tal. Los medios de comunicación los colocan "decapitados" al instante para que puedan ser automáticamente insultados, denigrados y pisoteados por cualquiera que los nombre. Que quede claro que algunos no necesitan la ayuda de nadie para merecerlo, sin embargo pienso que muchos medios se exceden. Véase, ...
Hay ciertos temas tan manidos o delicados que cuesta trabajo tratar. Me he resistido a escribir sobre mi visita a Auschwitz, pero ha sido una momento importante de mi viaje a Polonia y forma una parte imborrable de lo que he vivido este verano. Lo que me queda de esa experiencia no es muy distinto de lo que sentía antes de visitar el campo de concentración: no he descubierto nada que no supiera. Se trata de un asunto peliagudo que desde 1945 ha sido criticado, comentado, interpretado y recreado por directores de cine, escritores, historiadores, políticos, periodistas, etc. Yo solo puedo aportar una descripción de lo que vi y sentí como visitante de Auschwitz y como turista. Hay algo de teatral en la visita. Llevábamos unos auriculares que nos hacían concentrarnos silenciosamente en las palabras del guía brasileño. Empezamos pasando bajo la famosa y cínica inscripción: "Arbeit macht frei" ("El trabajo nos hace libres") y fuimos recorriendo el campo en grupo: éramos...
Con menos de un día de diferencia tuvieron lugar los actos de presentación de dos libros. En el primero, el de A estas alturas , yo estaba entre el público; en el segundo, El cráneo de la Araña , tras el micrófono. En los dos, Ángel Montilla habló con distinta careta: como poeta y como presentador. Fue una semana mágica y emocionante. Mientras que esperábamos que terminaran de llegar los asistentes a la presentación de mi novela entró el verano y dos días después fue la noche de San Juan. Un halo especial marcó toda la semana pasada. Como esperaba, la presentación de A estas alturas , fue original y amena. En una terraza atestada, escuché los poemas de Ángel Montilla como siempre, con admiración y a la espera de su ingenio. La música: saxo, guitarras y maracas, le dio un toque especial, convirtiendo el acto en un espectáculo fantástico. La presentación de El cráneo de la Araña fue más tranquila, pero no falta de emoción. Tengo que agradecer el interés y la amabilidad de lo...
Muy curiosa la historia del general Craso, nos ha aclarado la procedencia de la palabra.
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