Me han tomado el pelo muchas veces, como a todos. Incluso algunas veces me he dejado robar o engañar aunque era consciente de lo que me estaban haciendo. Yo tan solo trataba de especular con los pros y contras de oponerme: ¿cómo perdía más, enfrentándome o mirando para otro lado? En algunos casos, pienso, hay que mantener la sangre fría suficiente para no caer en la vehemencia temeraria que nos lleva al desastre, pero en otros casos hay que actuar, cerrar los ojos y dar un paso adelante.
Hoy hay convocada una huelga en todo el sector público de la educación en España y, seguramente, no servirá para nada. Los que deben escuchar prefieren atender a las agencias de calificación o como se llamen, aún sabiendo que no son de fiar. Los diversos gobiernos de las distintas administraciones: autonómicas o nacionales seguirán haciendo lo que les dicten desde el más allá de los mercados, sea lo que sea... Pero hay que actuar.
En muchos sitios se realizan asambleas para ver a quién se le ocurre algo original para demostrar que el futuro que nos están preparando no lo queremos: huelga, huelga de celo, a la japonesa, a lo bestia, de manos caídas, de no al consumo, de hambre, de lo que sea... Hay que hacer algo: encierros, concentraciones, manifestaciones... Horas dando vueltas a cómo darles la vuelta a las horas.
Pero la sensación es de que estamos atados de pies y de manos. Las fórmulas decimonónicas no sirven. Es cierto que ya la huelga como tal, no se hace con convicción. De todas formas el sabotaje, la violencia, no van con nosotros: somos gente civilizada. ¿Qué hacemos?... Algo...
Porque sí hay gente incivil que pasea por las calles o en las bolsas: recordemos que hay también gobernantes ingenuos o mentirosos, no hace falta señalar, que son los que llevan años tomado decisiones que nos conducen al abismo o las van a seguir tomando. Poderosos que están más unidos que nosotros por objetivos comunes e intereses que ellos conocen bien... Hay que hacer algo...
Ayer me "reía" cuando escuchaba a muchos compañeros imbuidos por el éxtasis de sus tormentas de ideas propias: cientos de tormentas, miles de tormentas, que, por desgracia, no nos llevan a ningún lado porque solo la acción conjunta, actuar con un objetivo claro y común, nos haría fuertes, es decir, la utopía imposible -valga el epíteto- de siempre.
Una utopía cada vez más imposible (si eso fuera posible) puesto que cada vez estamos más enfrentados los distintos colectivos afectados.
ResponderEliminarDiferencias que, en silencio, granito a granito han ido creando estos poderosos que se muestran más unidos que nunca.