Como dije hace meses, este año 2014 es el primero que me suena a nuevo siglo, pero no es cierto. Cuando he reflexionado sobre el porqué de esta afirmación he descubierto que solo sé mirar al pasado, que a lo que me suena es a la guerra del 14, es decir, a la Primera Guerra Mundial, a la Gran Guerra. Este año se celebra el centenario de su inicio no con nostalgia sino con el objeto de recordar para no repetir, para no olvidar que somos capaces de cometer las mayores barbaridades inimaginables.
No pertenezco al grupo de personas que, con la convicción de criticar la inhumanidad del hombre, defiende la benevolencia de los animales: que si un perro no haría eso, que si solo matan por alimentarse u otro tópico de ese estilo. No es necesario recordar a los depredadores, rapaces, carroñeros, parásitos y otros animales salvajes o educados para ser violentos que pueden llegar a la máxima crueldad, motivada o no. No olvidemos tampoco que nosotros somos un animal más, pero con la capacidad de ser extremadamente retorcidos al poder premeditar nuestras maldades.
Las guerras son difíciles de celebrar o conmemorar. En estos hechos históricos nos sentimos atraídos muchas veces por el cómputo de las víctimas y sus malsanas comparaciones con conflictos anteriores o posteriores, o por la confirmación de que somos capaces de extremar nuestras inversiones imaginativas, científicas y económicas con fines bélicos: aviones, dirigibles, submarinos, tanques, lanzallamas, gases mortíferos, etc.
Por desgracia nada sirve para evitar estas maneras de invertir nuestros esfuerzos o, lo que es peor, que la guerra siga siendo una manera de "resolver" los problemas. Cuando era un adolescente era un defensor optimista y utópico del pacifismo, ahora simplemente quiero creer en la paz, pero soy pesimista.
La guerra no llega a más, es decir, a ser nuevamente mundial, por motivos que no son pacifistas sino interesados. Y estos tienen un límite indefinido. Miremos ahora hacia Ucrania, Palestina, Siria, República Centroafricana, etc.
Ahora quiero leerme Adiós a las armas de Hemingway, enmarcada en la guerra del 14, y acabo de terminar Operación Dulce de McEwan, ambientada en la Guerra Fría. El tópico literario que enfrentaba la pluma a la espada siempre ha acabado adaptándose y está bien: "Si no puedes con tu enemigo, únete a él".
No pertenezco al grupo de personas que, con la convicción de criticar la inhumanidad del hombre, defiende la benevolencia de los animales: que si un perro no haría eso, que si solo matan por alimentarse u otro tópico de ese estilo. No es necesario recordar a los depredadores, rapaces, carroñeros, parásitos y otros animales salvajes o educados para ser violentos que pueden llegar a la máxima crueldad, motivada o no. No olvidemos tampoco que nosotros somos un animal más, pero con la capacidad de ser extremadamente retorcidos al poder premeditar nuestras maldades.
Las guerras son difíciles de celebrar o conmemorar. En estos hechos históricos nos sentimos atraídos muchas veces por el cómputo de las víctimas y sus malsanas comparaciones con conflictos anteriores o posteriores, o por la confirmación de que somos capaces de extremar nuestras inversiones imaginativas, científicas y económicas con fines bélicos: aviones, dirigibles, submarinos, tanques, lanzallamas, gases mortíferos, etc.
Por desgracia nada sirve para evitar estas maneras de invertir nuestros esfuerzos o, lo que es peor, que la guerra siga siendo una manera de "resolver" los problemas. Cuando era un adolescente era un defensor optimista y utópico del pacifismo, ahora simplemente quiero creer en la paz, pero soy pesimista.
La guerra no llega a más, es decir, a ser nuevamente mundial, por motivos que no son pacifistas sino interesados. Y estos tienen un límite indefinido. Miremos ahora hacia Ucrania, Palestina, Siria, República Centroafricana, etc.
Ahora quiero leerme Adiós a las armas de Hemingway, enmarcada en la guerra del 14, y acabo de terminar Operación Dulce de McEwan, ambientada en la Guerra Fría. El tópico literario que enfrentaba la pluma a la espada siempre ha acabado adaptándose y está bien: "Si no puedes con tu enemigo, únete a él".
Me alegro de que hayas vuelto. Se te echaba de menos. Parece que los centenarios tienen un especial atractivo. Y, si son bélicos, se les une algo de morbo. Yo me he leído recientemente "14", de Echenoz, y tengo en lista de espera "Nos vemos allá arriba", de Lemaitre, así como, para su relectura, "Adiós a las armas", de Hemingway.
ResponderEliminarQue la siguiente entrada no se haga esperar tanto.
Esa es mi voluntad. Un saludo.
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