Hace tiempo que la influencia de las críticas de otros lectores, manuales o la de las revistas de literatura me afectan poco ya. Llegado a un punto me decido a leer algo por intuición, es decir, casi al azar. Unas veces se acierta otras no. Ahora busco lecturas distintas a lo que he leído antes. Estoy cansado de clásicos y best sellers y odio todo lo que no se puede expresar en menos de trescientas páginas.
Lo último que he leído es El loro de Flaubert de Julian Barnes. Ya había disfrutado con Arthur & Clarke y no digo que fuese el libro que más me haya gustado, pero cumplió un objetivo doble: sorprenderme y ayudarme a descubrir a Arthur Conan Doyle como escritor y ser humano, y no como el creador de Sherlock Holmes. Con El loro de Flaubert me ha pasado lo mismo, pero su lectura me ha decepcionado. Una cosa es sorprender y otra dejarme con ganas de algo más. Tiene capítulos magníficos y originales como "El bestiario de Flaubert" y es tremenda la crítica a los lectores en "Los argumentos en contra", pero siempre echamos en falta la historia personal y más detallada del narrador, escondido o no tras su investigación sobre Flaubert. Tal vez, es eso lo que pretende Barnes. He leído libros mucho mejores, sin embargo, a veces prefiero textos que, aunque no sean obras de arte, te resulten simplemente atractivos o especiales. Vivimos una época literaria marcada por la reiteración, como tantas otras, y este aire extraño se agradece.
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