El escepticismo es el desacuerdo con lo que se afirma como verdadero. Copérnico y el heliocentrismo son una prueba de a qué nos puede llevar este pensamiento y lo damos por bienvenido. Sin embargo, no todo vale. En esta época de crisis económica y por ello de escepticismo generalizado, hay ciertos personajes que se animan a decir todo lo que piensan con las consecuencias que los procesos mentales de distinto origen pueden provocar en el discurrir del Universo. Recordemos, por ejemplo, que por culpa de otra crisis económica y de las ideas de un tal Adolf Hitler el mundo tuvo algunos problemas hace solo unas décadas.
Esperanza Aguirre propone eliminar las principales competencias de las comunidades autónomas e incluso los parlamentos regionales para evitar que gasten. No sé si se trata de una medida sesuda para aumentar el paro o para quedar bien con esa corriente de pensamiento que se extiende por todas partes como una sustancia viscosa y pegajosa contra todo lo público: la sanidad, los políticos, la enseñanza...
Si nos ponemos así, si la Constitución no le importa ni a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, los demás podremos pedir otros deseos a la lámpara maravillosa de la crisis económica. Podríamos dudar definitivamente de la monarquía o de los privilegios oficiales de la Iglesia, podríamos pedir la independencia de algunas regiones (no digo autonomías porque ya no existirían). En un futuro próximo y si los mercados lo permiten, lograríamos que no existiera el Estado ni sus poderes y viviríamos seguramente mejor en otros mundos más rentables como Eurodisney o Eurovegas.
Seguramente estoy exagerando pero, como ya dije en otra entrada (http://blogdejofran.blogspot.com.es/2012/02/silencio.html), creo que es mejor el silencio que decir estupideces.
Esperanza Aguirre propone eliminar las principales competencias de las comunidades autónomas e incluso los parlamentos regionales para evitar que gasten. No sé si se trata de una medida sesuda para aumentar el paro o para quedar bien con esa corriente de pensamiento que se extiende por todas partes como una sustancia viscosa y pegajosa contra todo lo público: la sanidad, los políticos, la enseñanza...
Si nos ponemos así, si la Constitución no le importa ni a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, los demás podremos pedir otros deseos a la lámpara maravillosa de la crisis económica. Podríamos dudar definitivamente de la monarquía o de los privilegios oficiales de la Iglesia, podríamos pedir la independencia de algunas regiones (no digo autonomías porque ya no existirían). En un futuro próximo y si los mercados lo permiten, lograríamos que no existiera el Estado ni sus poderes y viviríamos seguramente mejor en otros mundos más rentables como Eurodisney o Eurovegas.
Seguramente estoy exagerando pero, como ya dije en otra entrada (http://blogdejofran.blogspot.com.es/2012/02/silencio.html), creo que es mejor el silencio que decir estupideces.
Amén...
ResponderEliminar...contigo se aprende, amigo.
ResponderEliminarEl silencio es, además del respeto, la sabiduría o la prudencia, otra de las virtudes que tampoco conoce la presidenta: para llegar a serlo, le bastó con ambición y descaro. Se debe caminar deprisa con tan poco equipaje.
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