Cuando las cosas van mal, todo el mundo mira a su alrededor para echarle la culpa a alguien de lo que le está pasando. El gobierno de turno es ideal para acusarlo de todos los males y suele ser así o por lo menos el grado de responsabilidad es alto. Otras veces la culpa es de los que son considerados unos privilegiados: los diputados o senadores, los funcionarios, en general, (lean si no, esta noticia de ayer: http://www.diariosur.es/v/20120429/malaga/privilegios-funcionarios-revision-20120429.html) o los profesores, en particular. Las vacaciones de estos últimos es causa de envidia e incomprensión por parte de la mayoría desde siempre, pero como en cualquier otro tema solo conocemos lo que nos roza, lo demás es fácil de criticar porque la ignorancia provoca la claridad. Cuanto más sabemos de algo, más desconocemos. "Solo sé que no sé nada" se supone que dijo más o menos Sócrates, recuerden. Este dicho se trasforma en la vida diaria en sé de todo gracias a que ignoro casi todo.
Los economistas actuales son una buena muestra de esta ignorancia supina inversa. Que me disculpen, pero la opinión de la mayoría es de poca credibilidad. Muchos catedráticos de Economía exponen tajantemente ideas y conclusiones tan contradictorias que por lógica ignorante tienen que ser falsas: que si baja no sé qué sube no sé cuánto y lo contrario.
Una medida que afecta a los profesores es vendida sin problemas por el Gobierno: se van a aumentar las horas lectivas y nadie, excepto ellos mismos, realmente ve más allá. En España somos de los que más horas tenemos a los niños en clase y de los que menos productividad les sacamos a tantos minutos docentes. El aprovechamiento es clave seguramente, pero el problema de las horas, hoy por hoy, es simplemente económico. Hay que recortar de donde se puede. La educación y la sanidad, fríamente, no son más que un despilfarro, según la opinión de muchos ignorantes. Y volvemos al tema de la culpa. Creemos que los responsables del despilfarro en educación son los profesores y los culpables de la burbuja inmobiliaria son los hipotecados. Parece ser que ni las administraciones educativas ni los bancos tienen culpa de nada.
Los economistas actuales son una buena muestra de esta ignorancia supina inversa. Que me disculpen, pero la opinión de la mayoría es de poca credibilidad. Muchos catedráticos de Economía exponen tajantemente ideas y conclusiones tan contradictorias que por lógica ignorante tienen que ser falsas: que si baja no sé qué sube no sé cuánto y lo contrario.
Una medida que afecta a los profesores es vendida sin problemas por el Gobierno: se van a aumentar las horas lectivas y nadie, excepto ellos mismos, realmente ve más allá. En España somos de los que más horas tenemos a los niños en clase y de los que menos productividad les sacamos a tantos minutos docentes. El aprovechamiento es clave seguramente, pero el problema de las horas, hoy por hoy, es simplemente económico. Hay que recortar de donde se puede. La educación y la sanidad, fríamente, no son más que un despilfarro, según la opinión de muchos ignorantes. Y volvemos al tema de la culpa. Creemos que los responsables del despilfarro en educación son los profesores y los culpables de la burbuja inmobiliaria son los hipotecados. Parece ser que ni las administraciones educativas ni los bancos tienen culpa de nada.
Amén a todo, pese a lo cual quiero abundar en tres puntos: 1. Vivimos un momento en que cualquiera es capaz de pontificar sobre cualquier asunto; eso nos permite ver, por todas partes (prensa, radio, televisión)"expertos" que hablan de todo sin saber de nada. 2.¿De cuáles de los privilegios citados en el artículo y en qué cuantía gozamos los funcionarios docentes -me incluyo, pese a estar jubilado-? 3. Los docentes, sin que yo sepa por qué, hemos acabado por asumir un complejo de culpa que nos lleva a aceptar cuanto se nos eche encima, incluso que nos cercenen derechos, sin rechistar lo más mínimo. La docencia, aparte de vocación, es, y en mayor proporción, profesión y preparación; debemos, pues, exigir que se nos trate como tales profesionales.
ResponderEliminar¡Cómo gustan las estadísticas!
ResponderEliminarHoy he estado en tutoría de mi hija mayor, donde un preadolescente de tan sólo 9 años tiene en jaque a toda la clase. Y una joven profesora, haciendo encaje de bolillos para que los otros 25 niños puedan conseguir los objetivos que se establecen para el curso lectivo, en un ambiente lo más agradable posible. Y sin ningún apoyo por parte de los padres de ese niño (que no me sorprende aunque sí me entristece), ni de las autoridades en la materia (que tampoco me sorprende pero me cabrea sobremanera)
Ahora me gustaría saber cómo se plasma eso en lenguaje estadístico...